El guitarrón chileno es un instrumento tan particular como desconocido. Junto a la guitarra y el rabel, acompaña musicalmente a la antigua tradición del Canto a lo Poeta, volviéndolo parte del patrimonio cultural inmaterial de Chile. Aunque se desconoce su origen exacto y difícilmente se hallan datos previos a la década de los '60, existe cierto consenso sobre su procedencia estrictamente chilena, ligándolo históricamente y hasta el día de hoy, a todas las formas del Canto a lo Poeta: el Canto a lo Divino, el Canto a lo Humano y la Paya (poesía improvisada).
En cuanto a las características físicas del guitarrón chileno, éstas varían de acuerdo a su data de confección y lutier, pero se pueden realizar las siguientes descripciones
- su forma y tamaño son similares a los de la guitarra renacentista española, pero con una caja más profunda y un clavijero más pesado (Memoriachilena.cl)
- su caja suele ser de un tamaño menor a la de una guitarra actual, con una cintura más pronunciada y con frecuencia es de mayor profundidad.
- su encordadura cuenta con 25 cuerdas distribuidas en cinco “órdenes” u “ordenanzas” de cuerdas múltiples (de 3 a 6 cuerdas por ordenanza) (Vera, 2016). Éstas pueden afinarse al unísono o en la misma tonalidad octavada (Bustamante & Astorga, 1996), quedando a criterio del intérprete.
- dentro de esas 25 cuerdas, 4 de éstas son conocidas como “diablitos” o “tiples”, que se encuentran fuera del batidor, dos a cada lado (Educar.cl). Estos diablitos brindarían un apoyo armónico de registros medio y agudo durante la ejecución del canto a lo poeta, pero no de manera permanente, sino en acordes y arreglos específicos (Bustamante & Astorga, 1996).
- Suele contar con 7 trastes, aunque pueden hallarse algunos con mayor cantidad de espacios. Antiguamente, los trastes eran confeccionados de tripa de animal y eran movibles, tomando el nombre de “chapecaos”. En la actualidad, los trastes son metálicos y estáticos (Bustamante & Astorga, 1996).
- Cuenta con detalles vistosos, que en guitarrones chilenos antiguos eran de características exclusivas a cada instrumento. Por ejemplo, un espejo inserto en el diapasón, incrustaciones de conchaperla alrededor de la boca y en el borde de la caja, "puñales" como extensiones del puente, y “orejas” donde se anclan las clavijas de los diablitos (portal Memoriachilena.cl).
Arnoldo Madariaga Encina es un cantor a lo poeta con más de 70 años de trayectoria. El año 2017 fue declarado Tesoro Humano Vivo junto a su familia, y otros cantores se refieren a él como “un patriarca del Canto a lo Poeta”.
Este hombre sabio, que es referente obligado respecto a esta tradición, ilustra la historia del guitarrón chileno de la siguiente manera:
“¡Cómo no va a ser chileno el guitarrón! Tiene cuatro diablitos, que vienen a ser la cuarteta del verso; cinco ordenanzas, que son los cuatro pies del verso más la despedía; y ocho trastes, que son la octosílaba de cada vocablo. Tiene veintiún clavijas en su pala, que son los veintiún toquíos que debe saber el pueta; los dos puñales del guitarrón nos dan a entender lo que es la Paya: el desafío, duelo improvisado entre dos cantores puetas. Muchos guitarrones llevan tallada en su brazo una cruz o naves de una Iglesia, lo que significa que el pueta es cantor a lo Divino, y un espejo, lo que refleja que el cantor y pueta es sano y transparente como el agua cristalina.”
— Extraído desde “El Renacer del Guitarrón Chileno”
(Bustamente & Astorga, 1996).
Debido a las complejas características del guitarrón chileno, son pocos los lutieres dedicados a su confección, destacándose entre éstos don Anselmo Jaramillo Guajardo, protagonista de esta investigación, quien cuenta con más de cincuenta años de trayectoria en la lutería y ha dedicado treinta años a la confección del guitarrón chileno, alcanzando un altísimo nivel que le brinda reconocimiento en Chile y el mundo.
Si bien, el oficio de la lutería tiene las características de un trabajo artesanal, en el caso de instrumentos cordófonos como guitarras, charangos y otros, se ha alcanzado grandes niveles de producción, insertos en un amplio mercado internacional. En el caso del guitarrón chileno, aún se produce a pequeña escala en Chile, usualmente con técnicas artesanales y sólo recientemente se han conocido intentos comerciales para incrementar su producción.
Por otra parte, al intentar recopilar antecedentes bibliográficos sobre el guitarrón chileno, la información es escasa y mayormente dedicada a la investigación de sus orígenes, su sonoridad y sus exponentes a lo largo de la historia; destacándose los trabajos realizados por Raquel Barros y Manuel Dannemann, Francisco Astorga Arredondo, José Pérez de Arce, Claudio Mercado y otros tantos. Asimismo, durante la preparación de este proyecto, no encontramos información respecto a las técnicas, planimetría o sistematización de la lutería del guitarrón chileno. Quizás debido a que cada instrumento es confeccionado artesanalmente, guardando una estrecha vinculación con su lutier y con el guitarronero que lo ejecutará; por otra parte, aquéllos ejemplares vendidos en tiendas comerciales mantienen en reserva los detalles de su lutería.
En este contexto, nuestro proyecto de investigación “La huella del guitarrón chileno” busca indagar en la técnica de construcción del instrumento utilizada por el lutier Anselmo Jaramillo Guajardo, para culminar con la confección de los planos de 4 modelos del guitarrón chileno. El propósito ulterior de este trabajo es producir material de consulta que permita promover la confección adecuada de este particular instrumento, que respete su sonoridad, estética y durabilidad, favoreciendo el incremento en su producción y, al mismo tiempo, la valoración del patrimonio cultural asociado al guitarrón chileno.